NO ERA TRABAJADOR
No era trabajador, por no labrar la tierra.
Cuando los pájaros aún dormían,
caminaba hacia la mina cada mañana.
Amigo fiel de la barrena, martilleaba sin descanso
para acortar la jornada,
de ocho a cinco horas, que no era nada.
Colocación meticulosa de explosivos,
el fulminante ya adherido,
gotas de sudor quemaban su piel.
Tajo abierto en la Charco lino
van abriendo camino, los zafreros con las vagonetas.
No era trabajador, porque en el campo no derramaba su sudor.
Emprendía el camino en su bicicleta de barra,
buscando, bajo un sol trillador,
toda clase de chatarra.
Hierros, aluminio, cables,
y sin que la paciencia le sobre
quemaba el plástico para limpiar el cobre.
De talante emprendedor y listo
dirigía se a la Plaza del Cristo,
con el carrito, que a los niños desvivía.
Pirulines, caramelos, algarrobas,
cambiaba herraduras y alpargatas viejas por platos,
los cuales vendía baratos,
no existía calle por la que no pasara.
No era trabajador, porque la tierra no lo llamaba para hacer la labor.
Aúnque no le dejaban de criticar,
nunca les falto, un mendrugo de pan.
Con cinco hijos que mantener,
repartía sin vacilar, a la gente que pudiera necesitar más que él.
Lo seguían mirando con recelo
pero así, era mi abuelo.
Maldigo mil veces al hablador, que decía, que mi abuelo
No era trabajador.
Con todo mi cariño a mi abuelo Calaño.
Rafael Morillo Durán.
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